
En una escena en la que Hamlet tiene un punto de reflexión al respecto a la exhumación del cráneo de Yorick , va más allá pensando en que sería del cuerpo de Alejandro Magno:
“No, nada de eso; habría que seguirle con mesura llevados de lo probable. Es decir: Alejandro murió, Alejandro fue enterrado, Alejandro se convirtió en polvo. El polvo es tierra, con la tierra se hace el barro, y con el barro en que se convirtió, ¿por qué no se puede tapar un barril de cerveza? Muerto y hecho barro, el imperial César rellena un boquete y el aire intercepta. ¡Ah, que aquella tierra que al mundo arredró tape una pared y corte un ventarrón! Pero, alto. Apartémonos: se acerca el rey, la reina, cortesanos.”
Alejandro fue el rey de Macedonia desde 336 a.C. hasta su muerte. Hijo y sucesor de Filipo II de Macedonia y Olimpia de Epiro. Filipo lo había preparado para reinar, proporcionándole una experiencia militar y encomendando a Aristóteles su formación intelectual. Alejandro Magno dedicó los primeros años de su reinado a imponer su autoridad sobre los pueblos sometidos a Macedonia, que habían aprovechado la muerte de Filipo para rebelarse. Y enseguida en el 334 a. C. lanzó a su ejército contra el poderoso y extenso Imperio Persa, continuando así la empresa que su padre había iniciado poco antes de morir: una guerra de venganza de los griegos bajo el liderazgo de Macedonia contra los persas.
Alejandro Magno
